La voluntariedad como elemento ético en la mediación

La voluntariedad es un elemento incorporado en la metafísica del propio hombre como ser y este se despliega en muchos de los aspectos de su vida como un elemento inherente a su propia capacidad de obrar. La voluntariedad esta presente de muy diversas formas en nuestra sociedad…. ejerciendo en la sociedad a través de asociaciones o entidades públicas (Cruz Roja, Unicef….)….en los Bancos de sangre a través de la donación desinteresada…y a través de estos ejemplos vemos como estas entidades funcionan diariamente y con altos índices de eficacia.

Nuestro actual concepto de voluntad proviene del latino voluntas, término del cual deriva en lenguas como el italiano o francés el verbo “querer” (volere, vouloir).. De hecho, el verbo castellano “querer” deriva a su vez del latín que, en su original (quaerere), significaba tratar de obtener algo. La voluntad, por lo tanto, podría describirse como un querer, como un deseo de obtener algo para lo que racionalmente dispondríamos de distintas opciones.

Aristóteles discurrió en este aspecto y llego a una serie de conclusiones interesantes que voy a desgranar, afirmaba que solo los actos voluntarios serian relevantes para edificar el discurso ético. 

En el ámbito jurídico se discrimina entre la voluntariedad o la involuntariedad de una acción a la hora de imputar a un acusado. Podría decirse algo similar cuando hablamos de ética.

La responsabilidad moral existe sólo en la medida en que asumimos como voluntaria una acción asumiéndolo como algo nuestro. Este seria el caso de las acciones voluntarias, definidas como aquellas acciones en las que teniendo el suficiente conocimiento somos capaces de elegir, conforme a nuestro querer, qué camino debemos seguir.

Por eso la voluntad esta dentro del espacio de la ética cuando la persona se somete a una indeterminación cuando se nos presentan dos opciones ante nuestras necesidades y debemos decir por una de ellas: es entonces cuando nos asaltan todo tipo de razones en nuestro interior y deliberamos en nuestro fuero interno que conducta debemos optar.

Para Aristóteles la voluntad no se compone simplemente del deseo inmediato sino que aparece vinculada a la reflexión y a la deliberación.
En el caso de un conflicto personal estriamos siempre ante la disyuntiva moral de interponer una demanda o bien de acudir a la mediación.

Mientras que para la presentación de la demanda puede o no puede intervenir la voluntariedad por estar sujeto a otras condicionantes legales o éticos la apertura de un procedimiento de mediación siempre estará basado en un acto exclusivamente voluntario y sin este principio no sería una acto propio, un acto ético, es decir un acto asumido con arreglo a nuestro querer.

Así hemos visto que querer no es un acto irracional sino que es fruto de una reflexión y deliberación que nos ayuda a elegir lo que en nuestro fuero interno es más ético.

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